martes, 21 de abril de 2009

Seguimos pagando los costes de la puta inmigración

Esto se hunde. Lo que había de suceder ha acabado sucediendo. España está en quiebra. Nuestra Seguridad Social muere. Lo ha reconocido inclusive el mismísimo director del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
Según SUS cálculos, deducimos que en 2012 quiebra y entra en déficit. Esta vez va de veras. No valen argumentos que esos de que “eso llevan años diciéndolo y nunca sucede” o “no hay que ser demagogo”.
Un joven con menos de 50 años de hoy no va a ver ni un duro como no tenga un plan de pensiones decente o unos ahorrillos debajo del colchón. Sus declaraciones han generado un incómodo enfrentamiento interno dentro del Gobierno de Zapatero para intentar acallar e maquillar las declaraciones de un peón puesto a dedo por el PSOE. Peón que debe ver las cosas muy pero que muy negras si se ha tenido que ir de la lengua manifestando algo que todo el mundo con dos dedos de frente hacía ya años que veía evidente e inminente.
Ante el escándalo, la extrema izquierda ha reaccionado con insinuaciones vagas acerca de retrasar la edad de la jubilación, dar menos pensiones, globos sonda en busca de una salida camuflada elevando a extremos inhumanos la presión fiscal sobre el contribuyente más desfavorecido –los ricos en España, vía paraíso fiscal, no pagan impuestos- o contradicciones acerca de su opinión sobre el director del Banco de España y sus manera de “describir la realidad”.
La Seguridad Social, uno de los grandes logros que Franco hizo en favor de la clase media y del nivel de vida de todos los españoles, entra en quiebra. Es natural. Examinando los datos se distinguen dos factores de peso que la han sentenciado a muerte:
1- La política suicida inaugurada por la izquierda y parte de la derecha acomplejada en Occidente desde hace ya décadas para asesinar a los niños y niñas con el crimen del aborto, eliminando así a futuras generaciones de cotizantes, de mentes creativas, de riqueza social para el país. Este asesinato masivo, una de las grandes pesadillas de la humanidad en este siglo XXI y en lo que dejamos atrás de XX, ha conducido a una pirámide demográfica en la que la cúspide es proporcionalmente mayor que la base. Salta a la vista. Es decir, por cada joven hay tres ancianos, por cada poco joven nacido en los 80 y los 90 habrá tres personas mayores de 50 y 60 años que deberán cobrar su pensión en menos de 10 años. ¿Resultado? La generación del baby boom de los 60-70, cuando ahora empieza a entrar en la plena jubilación, ahoga a los pocos supervivientes del proceso abortista nacidos en los 80 y los 90. La Seguridad Social era algo pensado con un criterio de futuro familiar y de natalidad saludable, criterio que Franco –por ejemplo- siempre tuvo muy claro, pero es una trampa mortífera si hay más pensionistas que gente que cotiza.
2-La INMIGRACIÓN recibida en estos últimos 10 años en España, entre cauces descontrolados e ilegalidad flagrante, auspiciada por gobiernos del PSOE y del PP por igual, ha dado el puntazo definitivo al desastre. Los inmigrantes NO han generado un pretendido sostenimiento de la Seguridad Social. Eso es mentira. Han contribuido a hacer ver que eran la solución a corto plazo, pero a largo plazo suponen su hundimiento porque los irregulares no cotizan al trabajar en negro o en economía sumergida, y los regulares vacían el país de ingresos enviando divisas a sus patrias. Sumémosle además el terrorífico gasto policial que los inmigrantes han creado en prisiones, control de fronteras, inseguridad social en barrios, ciudades y pueblos, etc. Luego envían parte de su sueldo fuera de España, nunca lo gastan en el comercio autóctono y arruinan la riqueza nacional en un momento de asfixiante falta de liquidez, momento en el que estas divisas no deberían salir jamás de España. El tan “aclamado” hecho de la alta natalidad inmigrante, aparte de generar un choque cultural y un estallido social inaplazable, supone que cuando los primeros recién llegados de hace 10 años también exijan querer cobrar su pensión por llegar a la edad de jubilación (no es de esperar que decidan largarse a sus países cuando han logrado colarse para siempre en España), no haya suficiente dinero para todo el mundo. Si el Sistema iba a quebrar por falta de relevo generacional en menos de 20 años, un aumento momentáneo de inmigrantes que también envejecerán lo ha desestructurado en tan sólo 5.
Un joven que ahora ronda los 20 años va a tener que pagar la pensión de los jubilados de aquí y, para colmo, la de los inmigrantes. Pero nadie le va a pagar la suya. Y además de todo eso, la situación actual ha hecho que los inmigrantes colapsen los centros sanitarios públicos en detrimento de los españoles autóctonos, que nos vemos relegados en atención, ayudas, igualdad de oportunidades y acceso a las prestaciones por desempleo. Y es que, a diferencia de millones de españoles que ya están en el paro desde hace dos años, los inmigrantes no están sufriendo tanto la crisis porque ellos siguen cobrando menos y manteniendo sus puestos de trabajo en negro o de tapadillo, bajo la égida de los empresarios pro-inmigración que han causado este cóctel explosivo congelando los salarios mínimos y especulando vertiginosamente con el precio del metro cuadrado.
¿Soluciones? Ante la que se avecina, ante la avalancha, hay dos: primera, o bien eliminar la Seguridad Social y tomar el modelo de EEUU de que cada uno se busque la vida como pueda, y segunda, eliminar cuanto antes los males del sistema previendo que durante 30 o 40 años vamos a atravesar un desierto en el que todos vamos a tener que apechugar como sea para pagar la factura del desastre y sobrevivir a la hecatombe en la que nos han metido.
¿Medidas drásticas? Sí: expulsar a 7 millones de extranjeros de España, retirada de la nacionalidad española a los hijos de inmigrantes nacidos en suelo español desde 1990, prohibir el envío de divisas y la salida de capital de nuestra nación, salida del euro y de la UE y recuperación de nuestra soberanía monetaria con la peseta y el control fronterizo de personas y capitales, hacer que los españoles tengamos prioridad en la Seguridad Social por delante de un extranjero, prohibir el aborto y tipificarlo como crimen con elevadas penas punitivas, obligar inmediatamente a que las fortunas más grandes del país cedan las ganancias que han acumulado gracias al ladrillo para sostener el sistema en estos años terribles que se avecinan y, finalmente, emprender una campaña de colaboración nacional voluntaria e intergeneracional para poder atender dignamente a los millones de jubilados que el país va a tener en estas próximas décadas. Entiéndase como un servicio militar obligatorio para todos los jóvenes de entre 18 y 30 años, regular, para atender en sus casa a ancianos, cuidarles durante sus enfermedades, darles el calor social que requieren y romper ya de una vez el papel de “rémora” y “estorbo” que la sociedad egoísta del neoliberalismo ha dado a nuestros mayores.
Si no se hace esto, España está definitivamente sentenciada. Miguel Ángel Fernández Ordóñez puede que sea “silenciado” por destitución fulminante si sigue diciendo incomodidades ante ZP, pero la realidad es tozuda, muy tozuda.

Fuente:DN.

2 comentarios:

  1. Más claro, imposible. Muy buen texto karcharodon. Es para imprimir varias copias y dejarlas en algun sitio público para que la gente le heche una ojeada. Lo malo es si lo lee algún rastafari o algún oscuro...

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  2. Por cierto, las medidas aún podrían ser más drásticas.

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